lunes, 28 de junio de 2010

Los exvotos ibéricos de la colección Juan Cabré


Soy Paz, la madre de Jaime. A veces la vida te sorprende gratamente, en esta ocasión se trata de un libro, una publicación titulada “ Los exvotos ibéricos de la colección Juan Cabré”, editado por el Gobierno de Aragón, Departamento de Educación, Cultura y Deporte, y cuyos autores Jordi y Angels, junto con su mentora Carmen Portolés, a la sazón directora del Museo que los aloja han tenido a bien dedicar a Jaime.
Esta colección de exvotos de bronce, que se expone permanentemente en el citado Museo J. Cabré de Calaceite, está considerada como la segunda más importante de España en su categoría y consta de 55 piezas de diversa índole, desde las más sencillas y minimalistas, llamadas filiformes (forma de hilo) hasta las más complejas y de un acabado airoso y naturalista. Un verdadero tesoro. Tesoro que tuve el privilegio de estudiar hasta la saciedad, ya que estas piezas fueron restauradas a finales del 2009, por la entidad Iniciativas Culturales y Turisticas S.L., empresa donde vengo prestando mis servicios en calidad de restauradora. También tuvimos la oportunidad de instalar la vitrina expositiva, mejorando el anterior montaje y favoreciendo la visualización de las piezas.
Como colofón a estas intervenciones se edita este catálogo con textos de los autores y fotografías de ellos mismos y de José María Espallargas.
Desde aquí mi agradecimiento a todos: autores, mentores, creadores, impulsores, Carmen, Jordi, Angels, por este inestimable, impagable e imperecedero regalo.
Transcribo le dedicatoria textualmente:
“A Jaime Dobato Benavente ( 1996-2009) In Memoriam”
Con esta obra queda patente la calidad profesional de sus autores y lo que es más importante la calidad humana de los mismos. GRACIAS por vuestra generosidad y por vuestro reconocimiento.

miércoles, 23 de junio de 2010

La Cena de Emaús




Dos obras maestras que juntos pudimos contemplar, ilustran este post.
"Lamentación de Cristo" de Roger van der Weyden, 1441, en los Museos Reales de las Bellas Artes de Bruselas.
"Los Discípulos de Emaús", 1601, de Caravaggio en la National Galery de Londres.

No es el azar quien me lleva a citarlos, ambos entrañan un regocijo velado; el final de la Pasión y la Resurrección. Median 150 años en la ejecución de los mismos y medio milenio hasta hoy y continúan colgados en un paramento porque su vigor y vigencia han permanecido inmutables.
El número de percepciones, emociones, pensamientos y vicisitudes que pueden acontecer a un ser humano puede ser o no limitado; sentir que los has agotado es de algún modo intuir el final. Cuando vuelvo a ver estas grandes obras, con toda su carga evocadora, en el monitor de mi ordenador siento que todavía me resta algún tiempo y que no he cubierto mi trayectoria vital.
He vivido mi particular “Lamentación” y aguardaré el momento de mi “Cena de Emaús”, que espero sea al menos tan gratificante como prometen las viandas que se representan en el cuadro.
Y así mismo espero, como al final de los cuentos de siempre, Jaime: que ahí arriba, seamos felices y comamos perdices. Perdices que no pudiste cazar aquí abajo, pero que no te quepa duda cazaremos en otra ocasión, ahí, aquí o donde Dios y la naturaleza provea, que bien conocida es la volubilidad de ambos.

No lo puedo evitar, solo una triste pincelada poética:
¿En qué hondonada esconderé mi alma para que no vea tu ausencia que como un sol terrible, sin ocaso, brilla definitiva y despiadada?.
Jorge Luis Borges

domingo, 13 de junio de 2010

Rousseau "el aduanero"

Soy Paz, la madre de Jaime. El museo Guggenheim de Bilbao expone parte de la obra de Henri Rousseau del 25 de mayo al 12 de septiembre. Esta noticia ha hecho que se me encoja el corazón porque Rousseau el aduanero, fue durante la más tierna infancia de mi hijo, su pintor favorito y con toda seguridad este verano hubiera organizado las vacaciones para ir al País Vasco a ver dicha exposición. Yo también tuve mi época naif, cuando acabé la Escuela de Artes mis obras estaban totalmente influenciados por la estética Rousseau, recuerdo un gran mural que hice que titulé: “ Katús paseando en la selva junto a una pantera negra” . Los que conocen la obra del aduanero al leer este título podrán sin dificultad visualizar el cuadro: un paisaje exótico y exuberante cargado de flores y vegetación naif donde hay una persona conviviendo tranquilamente con un animal salvaje. Rousseau en estado puro.
Ahora que Jaime es uno con la eternidad, ahora que está instalado en una” dimensión sublime” ¿seguirá admirando a este pintor? ¿le interesarán las exposiciones como cuando estaba entre nosotros?¿nos acompañará cuando vayamos a verlas?
La última vez que estuvimos en el Guggenheim de Bilbao fue en el 2006, la exposición temporal que encontramos versaba sobre el arte ruso, desde los antiguos iconos hasta la pintura del siglo XXI, pasando por Malevich y el suprematismo y constructivismo. Jaime era infatigable, en los museos no conocía el cansancio. Después de empaparnos de arte ruso, mi hijo se extraviaba en la escultura-laberinto de Richard Serra, (premio Príncipe de Asturias de las artes de este año) que acoge la planta baja del museo. Desde el piso de arriba yo lo dirigía para que encontrara la salida, entre risas, del embrollo.
Tal vez este verano vayamos a Bilbao, tal vez, con el corazón en un puño veamos la exposición de Rousseau, tal vez, en su memoria hagamos lo mismo que hubiéramos hecho con él, tal vez, tal vez, tal vez…. pero sin él, ya NUNCA será lo mismo.


El Sueño, Henri Rousseau

La materia del tiempo, Richard Serra, Museo Guggenheim Bilbao


Museo Guggenheim Bilbao

jueves, 10 de junio de 2010

Caballos

CANCIÓN DEL JINETE

En la luna negra
de los bandoleros,
cantan las espuelas.

Caballito negro.
¿Dónde llevas tu jinete muerto?

Las duras espuelas
del bandido inmóvil
que perdió las riendas.

Caballito frío.
¡Qué perfume de flor de cuchillo!

En la luna negra
sangraba el costado
de Sierra Morena.

Caballito negro.
¿Dónde llevas tu jinete muerto?

La noche espolea
sus negros ijares
clavándose estrellas.

Caballito frío.
¡Qué perfume de flor de cuchillo!

En la luna negra,
¡un grito! y el cuerno
largo de la hoguera.

Caballito negro.
¿Dónde llevas tu jinete muerto?

Federico García Lorca, 1923


No quiero transmitir más tristeza desde este blog, me he propuesto difundir, sino alegría, si al menos un principio de júbilo y diversión, en ello empeñaré mi esfuerzo, siempre con el recuerdo de Jaime como impronta y sello de mis textos.
Que quien quiera que aquí se acerque no se vea embargado por la aflicción y la melancolía si no por la dicha y el contento. Puede que esto sea un reflejo de mi estado, aunque a mi me cueste creerlo. El hecho incontrovertible es que hoy como ayer como todos los días desde hace diez meses lloro; lloro a diario como una función fisiológica más a la que mi cuerpo se ha habituado.
Va de caballos y jinetes, porque el domingo lo fue. Un día para el recuerdo, uno más, un homenaje a Jaime que el año pasado estaba entre nosotros y este año, a su manera, también. Todos los jinetes de Alcañiz o casi todos con su brazalete negro y cediéndonos la cabecera del grupo a Raúl, Ana y a mi, los tres que estuvimos presentes el día de su partida y él revoloteando en las mentes de todos, haciéndose presente.
El tiempo es interminable, el mundo es desmesurado y por ello mismo tarde o temprano volverás a nacer del vientre de tu madre, volverás a crecer, aprenderás a andar y más tarde a cabalgar y volveremos a reunirnos los cuatro con cuatro caballos tordos enjaezados a la vaquera, para revivir tantas jornadas inolvidables.
Lo dijo de otra manera Rafael Alberti en los versos que ponía en boca de un Joselito agonizante tras la cogida que lo mató y que a continuación transcribo:

Que pueda, Virgen, que pueda
volver con sangre a Sevilla
y, al frente de mi cuadrilla,
lucirme otra vez por la Alameda.

Se refiere el poeta al trayecto que cubrían caminando los toreros ya vestidos desde el hotel hasta la Maestranza, entre la gente que los jaleaba, y donde les esperaba la gloria, la bronca, la muerte o lo peor de todo, a decir de ellos mismos, la indiferencia del público.