miércoles, 15 de febrero de 2012

Lectores

   La consideración, los honores, el reconocimiento, nunca fueron mi meta ni mi acicate. Otros motivos y razones sacuden mi realidad y mi existencia.
   Hoy ha acontecido uno de esos hechos que bien podría encuadrarse entre las primeras motivaciones y que obviamente no referiré. Jaime, paradigma de virtudes, no lo haría y yo que trato de emularlo tampoco. En cualquier caso ha sido un detonante, en un momento en el que mis entradas en este blog se espaciaban sin una explicación o justificación.
   El hilo de este post se va devanando sin abordar el tema que lo generó: los lectores anónimos que aquí se demoran, a los que tanto debo y de los que tanto ignoro.
   ¿Quienes seréis esos desconocidos que una y otra vez retornáis a este sitio, según reflejan las estadísticas, para leer lo que a lo largo de estos casi mil días hemos escrito?, ¿Qué ignoradas razones y motivaciones os hacen volver?, ¿Me habréis visto alguna vez?, ¿Me cruzaré en la calle con alguno de vosotros, inconsciente de lo mucho que de mí conocéis?
   Gracias, de corazón por vuestra compañía, por vuestro reconocimiento, por vuestra lealtad muda e inapreciable. Vuestra cercanía es impagable, inestimable y extraordinaria. Trataré por todos los medios de seguir siendo acreedor  de vuestra atención, de entreteneros, conmoveros, turbaros, perturbaros, o lo que quiera que sea o haya sido vuestra razón para acercaros hasta este lugar. Lugar o sitio, que cual iglesia o ermita digital, pretende a un tiempo, ser altar y foro de alguien que necesitó y precisa “hablar” y por encima de todo ser escuchado.
   La cita literaria va por todos vosotros, los que con vuestra compañía habéis alentado nuestra vida hasta hoy; es un versículo bíblico que resume el Sermón de la Montaña y que es intemporal y universal:
  "Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos" (Mt. 7, 12)
   La fotografía es de Jaime y su madre en el Museo Julio Romero de Torres de Córdoba (10/09/05).   

    El vídeo es un corto de Raoul Servais, homenaje a Paul Delvaux y a su particular visión de la pintura.

  La música es de Björk, recomendada por mi cuñado y amigo J.A. Benavente.

     El cóctel está servido, con ligeras variaciones según el autor y el momento ha sido la fórmula común a todas las entradas de este blog. El tono es distinto, sin duda, de aquel que impregnaba nuestros primeros posts aunque hoy como ayer mi corazón sufre tanto que ya no hay casi nada que lo alegre.