lunes, 23 de noviembre de 2009

Vida, Muerte y Tauromaquia I

Llora, Giraldilla mora,
lagrimas en tu pañuelo.
Mira como sube al cielo
la gracia toreadora.
Niño de amaranto y oro,
como llora tu cuadrilla
y como llora Sevilla
despidiendote del toro.
Tu rio, de tanta pena,
deshoja sus olivares
y riega los azahares
de su frente, por la arena.
- Dile adios, torero mio,
dile adios a mis veleros
y adios a mis marineros
que ya no quiero ser rio.
Cuatro arcangeles bajaban
y, abriendo surcos de flores,
al rey de los matadores
en hombros se lo llevaban.
- Virgen de la Macarena,
mirame tu, como vengo,
tan sin sangre, que ya tengo
blanca mi color morena.
Mirame asi, chorreando
de un borboton de ruibies
que ciñe de carmesies rosas
mi talle quebrado.
Cierrame con tus collares
lo concavo de esta herida,
¡ que se me escapa la vida
por entre los alamares !
¡ Virgen del Amor, clavada,
lo mismo que un toro, el seno !
Pon a tu espadita bueno
y dale otra vez su espada.
Que pueda, Virgen, que pueda
volver con sangre a Sevilla
y, al frente de mi cuadrilla,
lucirme otra vez por la Alameda.
RAFAEL ALBERTI,
(poema compuesto en honor de Joselito, muerto en la plaza de Talavera)

Ignacio Sanchez Mejías, velando a Joselito "El Gallo"

¡Cuanto añoro a este hijo al que ya no podré abrazar ni besar! Es, con toda certeza, lo que más amaré, en mi vida. Cuanta seguridad me daba su cercanía, su futuro, su presencia, su cuerpo siempre cálido, que ya no admitía el contacto del niño que pugnaba por dejar de ser.
Siempre será el adolescente incipiente, con el que contaba y planeaba un futuro pleno de ilusiones y complicidades. Ahora deberé aprender a vivir sin él, sin su retentiva prodigiosa, su habilidad natural, su bondad innata, su inestimable ayuda en cualquier actividad, su humor, su compañía, su presencia omnímoda en casi todos los actos de mi vida.
Me sorprendió a contramano, no lo esperaba, la faena discurría sin sobresaltos, y en lo más profundo de natural me empitonó, este toro gazapón, aborricado y manso que es a veces la vida; es con diferencia el peor que me ha tocado lidiar, aunque todavía queden muchas tardes para el triunfo ese fracaso condicionará el resto de mi existencia.
Jaime no tenía una gran afición a los toros, es difícil tenerla a tan corta edad, pero observando la mía y llevado de su curiosidad puede decirse que la estaba adquiriendo con rapidez.
Prefería la plaza a la televisión.
¿Quien torea hoy papá? preguntaba al verme aparecer a media tarde por casa.
"Tiene buena pinta", decía, y continuaba con sus cosas.
O también: "llámame cuando toree Morante". Las faenas de Morante no las perdonaba.
¿Cuál es tu torero en este momento?, ¿cuáles son tus tres toreros preferidos?, ¿qué ganadería te gusta más?,
Eran preguntas y comentarios frecuentes, que luego le permitían tener un juicio meridiano sobre cuestiones esenciales de tauromaquia.
Jaime hubiera sido un buen aficionado, estoy seguro; al igual que sé sin temor de errar que jamás se hubiera puesto delante de una vaca; exactamente como su padre.
Dice Albert Boadella a propósito de los toros:
«La fiesta de los toros es un rito didáctico, el arte más moral que existe, en el que se dan todos los valores humanos y todos los elementos que configuran nuestra naturaleza: la vida y la muerte, el valor y el miedo. Y como hoy en día la sociedad se empeña en esconder la muerte y el sufrimiento, los toros nos sirven para recordar lo inexorable y aprender a vivir con ello».
Las corridas podrán desaparecer igual que un día aparecieron. Se podrán prohibir, si, pero no será más que el fiel indicativo del paternalismo pujante de las instituciones y por ende del infantilismo de una sociedad amansada con espectáculos asépticos, intrascendentes y carentes de cualquier principio moral elemental.
Ahí van las imágenes de una tarde de triunfo de nuestro torero, el de Jaime y mío, José Antonio Morante, “Morante de la Puebla”, "poeta sublime del capote y la muleta".

Estas fotografías que adjunto, corresponden a la visita que realizamos en Septiembre de 2.007 a la Fundación Alberti en El Puerto de Santa María (Cádiz), los textos que en ellas aparecen son del poeta Rafael Alberti, como cabría esperar, y en ellos se puede apreciar su experiencia como torero de plata en la cuadrilla de su buen amigo Ignacio Sanchez Mejías, muerto al igual que Joselito, en el ejercicio de su profesión.
De 07.09.14
De 07.09.14
De 07.09.14