jueves, 24 de marzo de 2011

Carpe diem

“Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el sol. Hay tiempo de nacer y tiempo de morir; tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar y tiempo de curar; tiempo de destruir y tiempo de edificar; tiempo de llorar y tiempo e reír; tiempo de lamentarse y tiempo de danzar; tiempo de esparcir las piedras y tiempo de amontonarlas; tiempo de abrazarse y tiempo de separarse; tiempo de buscar y tiempo de perder; tiempo de guardar y tiempo de tirar; tiempo de rasgar y tiempo de coser; tiempo de callar y tiempo de hablar; tiempo de amar y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra y tiempo de paz".
Eclesiastés 3

¿En que tiempo estamos?, ¿O no está expresado en esta lista?.
No hay lugar para la inacción, se acaba el tiempo, es hora de actuar. No da tregua, discurre inexorable, despacio a veces y rápido otras. Ya no haré todo lo que me impuse alegre e inconscientemente. Es hora de abrazar el presente, descarnado y absoluto. Solo el fugaz instante del animal, sin pasado ni futuro que lastre su existencia. Un único segundo inaprensible, el efímero delirio del lisérgico, el arrebato místico, el satori, el peyote, el trance chamánico, el tao…..
Extraño es el hábito de las mentes humanas ideando horrores, inventando infiernos, postulando filosofías, estructurando el paraíso, con un fin innoble y espurio. Un único objetivo las anima: el de obviar su propia e insignificante condición.
Las inmóviles pesadillas de Chirico, los sueños de Goya, los desvaríos de Balthus, las inquietantes piscinas de Hockney, prefiguran de algún modo una persuasiva e inmanejable realidad, que la hacen, a su vez, tolerable y verosímil.
Maestros intemporales en cuyas obras pervive una íntima complicidad con Jaime, seiscientos días después, tras seiscientos ortos y seiscientos ocasos, seiscientas noches de incertidumbre y seiscientas jornadas implacables en alguna de las cuales me jacté de no haber llorado por un día a mi hijo muerto.

“Anda, come con alegría tu pan y bebe de buen grado tu vino, que Dios está ya contento con tus obras. En toda sazón sean tus ropas blancas y no falte ungüento sobre tu cabeza. Vive la vida con la mujer que amas, todo el espacio de tu vana existencia que se te ha dado bajo el sol, ya que tal es tu parte en la vida y en las fatigas con que te afanas bajo el sol. Cualquier cosa que esté a tu alcance el hacerla, hazla según tus fuerzas, porque no existirá obra ni razones ni ciencia ni sabiduría en el sheol a donde te encaminas»
Eclesiastés 9


Giorgio de Chirico


Francisco de Goya


David Hockney


Balthus