miércoles, 18 de noviembre de 2009

Carta de Blanca

De nuevo el eje de esta entrada lo constituirá un escrito que no es mío. Este llega en forma de comentario, pero he creído que su contenido bien merecía aparecer con un título, que yo le daré, y con su autora por si pudiera pasar desapercibido al lector no avezado en esto de los blogs. Corresponde este comentario al viernes, 13 de Noviembre, su autora es Blanca Dobato Lahoz, prima de Jaime, cercana por edad, vecindad y parentesco. Mucho se frecuentaron, en casa, en el colegio y en el descubrimiento de las novedades de la vida, que son muchas a esta edad. Gracias Blanca por tu aportación a este recuerdo que tanto bien nos hace a tus tíos, prima y a todos en general. Dice así...
En este comentario me gustaría hacerle una carta a Jaime:
¡Hola,primo!
¿Que tal por ahí arriba? Espero que muy bien. Supongo que en estos momentos estarás conociendo al yayo Emilio, el dueño de todos esos preciosos cuadros al que nunca llegamos a conocer.
Bueno en esta carta me gustaría recordar todos los momentos que pasamos juntos. Son muchos, lo sé, pero como no quiero que se me olviden prefiero guardarlos en otro sitio además de la memoria. Sé que esta carta va a ser muy larga, porque mucha parte de nuestra vida la hemos pasado juntos; estos son algunos de nuestros mejores momentos: en Astún, en Benicarló, en el instituto, con los caballos, en PortAventura con Manel, en el acuarama de Oropesa con Alicia, los viernes en mi casa, con Bea en tu masico, el día de Papa Noel en casa de la yaya con todos los primos, el día de San Jorge y en la badina, etc. Pero... el mas importante para mi es en Abenfigo.
Me acuerdo de cuando nos llamabas a Olga y a mí para ir a comer a tu masico. Jugábamos y algunos días bajamos al corral. Gracias a Vicente conocimos este deporte con el que pasamos mucho tiempo juntos. Empezamos por ir a montar con Joe. Todos los días le pedíamos galopar pero pocas veces lo hicimos, pero lo que importa es que lo hicimos. Los tres primos juntos en un mismo deporte. Un día me acuerdo que te pregunte que cual era tu animal preferido, y tu me contestaste que el caballo. El caballo era el animal preferido de los dos. Pasamos muchos momentos juntos gracias a esta afición.
En las fiestas del año pasado me acuerdo de cuando salimos con las reinas el día de los toros. Tú ibas con Compañero y yo en la grupa de Bailador. También salimos a la cabalgata de reinas Josevi, Vicente, Raúl, tú y yo. Estas fiestas pasadas, por fin íbamos a salir juntos, ha pasado lo que ha pasado, pero yo aun así no me he echado atrás en el desfile. ¡He salido en el mismo sitio que iba a salir contigo! Pero... sola. Bueno, eso es lo de menos, porque yo se que por fuera parecía que estaba sola, pero que por dentro tu me acompañabas. Después las de clase de mates, ¿sabes que me han recordado?
Cuando nos pasaste un papel en clase en el que ponía:
LO MÁS BONITO DEL MUNDO ES LA SONRISA DE UN NIÑO: SONRIE :D
Ahora cuando en clase miro a mi lado y veo que no estas me hace sentir vacía por dentro.
Los momentos que nunca olvidare fueron en las fiestas de Abenfigo, tu última tarde. Cuando llegamos allí pensábamos que nos habíamos equivocado en ir, porque no había nada ni nadie. Estuvimos toda la tarde sentados en unas piedras. Yo creo que Dios nos llevó allí a un pueblo tan pequeño como si estuviésemos encerrados en una jaula los tres primos, para que pasásemos los últimos momentos de tu vida junto a ti. Ahora he recapacitado y ya no pienso lo mismo que cuando llegamos allí. Ahora pienso que fue el mejor día de mi vida. Que después de ese acontecimiento no es lo mismo sin ti, mi vida ha cambiado. Cuando volvimos en el coche me acuerdo de mi ultima conversación contigo: estuvimos hablando de PortAventura. Nunca me olvidare tampoco la siguiente mañana. Olga y yo nos acabábamos de despertar y, oímos hablar a Marian por teléfono.
Ella decía: ¡Ya vamos, ya vamos Vicente!
En ese momento nosotras nos levantamos corriendo pero... Marian y Emilio ya se habían ido. Olga les llamo y le dijeron que se habían ido ha hacer un recado, para no preocuparnos. Después vino mi madre y nos llevo a mi casa, para que no estuviésemos solas. A las horas de esperar, vinieron Maribel y Nacho, entraron por la puerta llorando y nos lo contaron. Nunca olvidare esas escenas en las que todos, Olga, Concha, Nacho, Maribel y yo estuvimos llorando.
Todos los viernes, ahora los paso con Olga me recuerdan mucho a ti, esas peleas de cojines y tus gritos... los echo de menos. Cuando pienso en todos estos momentos y pienso que no los voy a volver a vivir, me saltan las lágrimas.
Cinco de cada siete días salgo para ir al instituto y, paso por tu puerta. Se me esta haciendo muy duro y muy pesado pero por ti voy a sonreír. =D

De Jaime Dobato Benavente

Nuria y Jaime

Nuria Gañet, profesora de violoncello de Jaime, realizó este comentario en el blog días atrás; consideré que dada su extensión, relevancia e intensidad, era motivo plausible para recrear un nuevo post ; las prisas no me permitieron hacer esta breve introducción que he realizado en otros casos similares, la frescura de lo reciente me hizo publicarlo de inmediato, hoy trataré de enmendarme.
Nuria pertenece a esa extraordinaria clase de personas que desde el día que conoces no deja de sorprenderte con nuevos matices de calidad humana que pudiera creerse extintos: franqueza, sinceridad, honradez, cultura, rectitud, coherencia. Virtudes que a su vez vienen complementadas con una capacidad de trabajo encomiable, un autocontrol y disciplina ejemplares y una vocación profesional que la induce a proyectarse sobre sus alumnos con una intensidad que logra extraer de ellos el valor musical más recóndito.
Con Jaime consiguió crear una temprana y verdadera vocación musical, que hubiera perdurado, con total certidumbre, durante toda su vida.
Aquí van esta relación de anécdotas y reflexiones de Nuria sobre su alumno y sobrino que contribuyen, como no, a mantener la memoria y espíritu de Jaime.

Curiosamente, el recuerdo más fuerte que tengo de Jaime es de su primer concierto de orquesta. Tocaba la orquesta del Conservatorio en el Teatro de Alcañiz y Jaime estaba solo en el atril con su camisa blanca inmaculada y su pantalón negro caído. Cuando llegó la hora de saludar al público, él, que me había escuchado mil veces decir que hay que saludar al terminar de tocar, dudaba si dar el cabezazo o no en esta ocasión. Veía que sus compañeros no lo hacían (el protocolo de orquesta lo prohíbe, ya que únicamente saluda el director) pero, tras unos cuantos intentos de saludo, decidió hacerme caso y realizar una flexión profunda. Todas las miradas se fueron a él, me reí muchísimo.
Parece increíble que ya no aparezca en clase con su gran funda del cello, las partituras desparramadas por el suelo, su lápiz negro de cabeza de cebra (que lo tenía desde que comenzó a estudiar cello y premonitoriamente se le acabó unas semanas antes de finalizar en junio)…o que se le pierda la goma de la pica por enésima vez.
Además de la Matrícula de Honor en piano complementario, últimamente había hecho grandes progresos con el cello. Esperaba mucho de él para el futuro. Estaba descubriendo en Jaime una sensibilidad musical innata que hasta ahora mantenía oculta. El Estudio 17 de Dotzauer. Lo vivía como si fuera un concertista tocando en el Concertgebouw. O el Trío de Bach en La menor que tocaba con Miguel y Antonio. Les contagió su fraseo, su musicalidad, sus respiraciones…¡y sus larguísimos ritardandos!
Jaime me ha dejado con ganas de más.
Podría hablar de su relación con los demás, de cómo conectaba con sus compañeros mayores y con los más pequeños, de sus reacciones ante los problemas, de sus ocurrencias, de su dulzura…pero no puedo seguir escribiendo, me cuesta mucho. Todos le echamos de menos.
Cuando recibí la terrible noticia del accidente de Jaime estaba en la montaña, no me lo podía creer. Alguien me dijo entonces que no viera a Dios como un carnicero que siega vidas sino como un jardinero que recoge con cariño la flor en su mejor momento, en el momento apropiado. Así fue.

De Nuria y Jaime

De Nuria y Jaime

De 07.05.25