Querido
Jaime, voy a referirte una historia que seguro te gustará, es delirante e
incomprensible. Surrealista
y fabulosa por utilizar términos más sugerentes.
Números 22:21
Se levantó Balaam de madrugada, aparejó su asna y se fue con los
jefes de Moab.
Cuando iba, se encendió la ira de Yahveh y el Ángel de Yahveh se puso en el
camino para estorbarle. El montaba la burra y sus dos muchachos iban con él.
La burra vio al Ángel de Yahveh plantado en el camino, la espada desenvainada
en la mano. La burra se apartó del camino y se fue a campo traviesa. Balaam
pegó a la burra para hacerla volver al camino.
Pero el Ángel de Yahveh se puso en un sendero entre las viñas, con una pared a
un lado y otra a otro.
Al ver la burra al Ángel de Yahveh, se arrimó a la pared y raspó el pie de
Balaam contra la pared. El le pegó otra vez.
Volvió el Ángel de Yahveh a cambiar de sitio, y se puso en un paso estrecho,
donde no había espacio para apartarse ni a la derecha ni a la izquierda.
Vio la burra al Ángel de Yahveh y se echó con Balaam encima. Balaam se
enfureció y pegó a la burra con un palo.
Entonces Yahveh abrió la boca de la burra, que dijo a Balaam: "¿qué te he
hecho yo para que me pegues con ésta ya tres veces?"
Respondió Balaam a la burra: "Porque te has burlado de mí. Ojalá tuviera
una espada en la mano; ahora mismo te mataba."
Respondió la burra a Balaam: "¿No soy yo tu burra, y me has montado desde
siempre hasta el día de hoy? ¿Acaso acostumbro a portarme así contigo?"
Respondió él: "No."
Entonces abrió Yahveh los ojos de Balaam, que vio al Ángel de Yahveh, de pie en
el camino, la espada desenvainada en la mano; y se inclinó y postró rostro en
tierra.
El Ángel de Yahveh le dijo; "¿Por qué has pegado a tu burra con ésta ya
tres veces? He sido yo el que he salido a cerrarte el paso, porque delante de
mí se tuerce el camino.
La burra me ha visto y se ha apartado de mí tres veces. Gracias a que se ha
desviado, porque si no, para ahora te habría matado y a ella la habría dejado
con vida."
Tú también urdiste
una historia de una burra, tal vez más apasionante que esta misma que acabo de
referir, tu burra convivía con nosotros y desde luego hablaba. Era caprichosa y
voluble y creo recordar con gustos extraordinarios en asuntos alimenticios, era
exigente en sus atenciones que no se podían descuidar bajo ningún concepto y
disponía de algunas dependencias de nuestra vivienda a su total antojo.
Llegó a
nosotros por inconfesables razones y motivos y fuiste tú el que, sin dar alternativa,
decidió su adopción. Prodigaste cuidados, elogios y favores a tan
extraordinario animal, merecidamente a mi entender, pues al igual que la burra
de Balaam poseía el don de la palabra, y esto, no deja de ser un prodigio, si no
sobrenatural, si al menos rayando los límites de lo portentoso y fenomenal.
La indudable
superioridad de tu estructura mental nos forzaba a imaginar la burra
deambulando de aquí para allá requiriendo nuestra atención en un ejercicio
rayano en la enajenación y la demencia. Tu madre, con toda seguridad, alumbrará
algún episodio más que completará tan interesante y divertida historia.
Mientras refiero
estos disparates me pregunto, si tal vez ya conocías la historia de la burra de
Balaam y recreaste para nosotros ese divertimento, o si conocías al Ángel, o si
tú mismo eras ese Ángel que jugaba con nuestras escasas y justas entendederas;
quien sabe si por orden de Yahveh o bien al contrario desobedeciendo y obviando
su autoridad y la de sus potestades para que hoy, yo pueda distraerme hilvanando
estas letras.
He probado a
encontrar una interpretación, la inducción de una parábola, una metáfora o un
mito, para la historia de Balaam, pero no he hallado análisis que me satisfaga.
El profeta Balaam y su burra, Rembrandt
Hasta su abuelo, Francisco de Goya