Escribí lo que sigue en una
habitación de hotel, en Madrid, a partir de algunas notas que suelo guardar
como producto de lecturas y reflexiones. No cambiaré nada, aunque hoy no me
expresaría en los mismos términos para relatar iguales hechos y circunstancias.
Ayer me demoraba por las
salas del Museo Thyssen-Bornemisza, hoy lo hago por las de Caixa Forum, mañana
ignoro que dependencias fatigaré o que me deparará la nueva jornada. Todas,
seguro, las frecuenté con Jaime, y ahora vuelvo por primera vez sin él. No me
da sosiego la vida.
La pulsión suprema, la que
impulsa y mueve el mundo, la que nos inclina irremediablemente a vivir, no se
manifiesta con la magnitud y el vigor deseable.
Mis días son raramente
alegres.
Cierro los ojos y pienso:
- voy a estar con mi hijo –
entonces todo cobra cierto sentido.
Ocasionalmente otras ideas
extravagantes me asaltan y razono:
- el hijo que engendré me
espera y no subsistirá si no voy con él -
O también, y recurro a
Shólojov, para evocar el más amargo de mis días:
Me veo de rodillas,
besando su pecho y sus manecitas frías y rosadas, repitiendo sin cesar con voz
quebrada:
- hijo mío..., hijo mío...
-
Consideraciones de este
tenor entretienen mis pensamientos, y es asÍ como voy prodigando y consumiendo
mi tiempo. A veces me urge el vano propósito de reencontrarme o de
redescubrir alguna variación de una existencia sentenciada, pero mucho me temo
que esta probabilidad es computable en cero.
Compruebo y constato,
cuando la intolerable lucidez del insomnio se abate inmisericorde, que solo la
determinación de la voluntad es capaz de sobreponerse a la flaqueza de la
carne. Eros y Tánatos, anverso y reverso de un mismo juicio, sístole y
diástole de la unánime supervivencia.
Paz me apremia, como solía
hacer el hijo de sus entrañas.
Me voy a la calle.
Madrid, 18,30 horas,
10 de septiembre de 2011.
Ilustro e ilumino este
post con dos obras de la colección permanente del Thyssen: Ambas son obras
maestras de todos los tiempos a la par que se encuentran entre nuestras
preferidas (el Barón Von Thyssen, Jaime y yo). No recuerdo si ya lo he
comentado, mas no por ello está de más reiterar mi preferencia por la colección Thyssen ,
el Museo que la aloja y todo lo que de él proviene.
"Retrato de Giovanna Tornabuoni", Domenico Ghirlandaio
"Gran interior", Lucien Freud
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