domingo, 12 de septiembre de 2010

Prosa del Transiberiano

Dedicada a los músicos

"En aquel tiempo yo era un adolescente
Apenas tenía dieciséis años y ya no recordaba mi infancia
Estaba a 16.000 leguas del lugar de mi nacimiento
Me hallaba en Moscú,
en la ciudad de los mil tres campanarios y las siete estaciones
Y no me bastaban las siete estaciones y las mil tres torres
Porque mi adolescencia era tan ardiente y loca
Que mi corazón, alternativamente,
ardía como el templo de Efeso o como la Plaza Roja de Moscú
Cuando se pone el sol.
Y mis ojos iluminaban antiguos senderos.
Y yo era tan mal poeta
Que no sabía llegar hasta el fondo de las cosas.
El Kremlin era como una inmensa torta tártara
Crujiente de oro.
Con las grandes almendras de las catedrales
inmensamente blancas
y el oro empalagoso de las campanas...
Un viejo monje me leía la leyenda de Novgorode
Yo tenía sed
Y descifraba caracteres cuneiformes
Luego, de pronto, las palomas del Espíritu Santo volaron sobre la plaza
y también mis manos alzaban el vuelo, con susurros de albatros
y esto era las últimas reminiscencias del último día
Del postrer viaje
y del mar."

Blaise Cendrars


Tu recién concluida infancia tenía hambre.
Tu incipiente adolescencia tenía sed.
Y hubieras querido visitar todas las ciudades, conocer todos los países y su gente, aprender todas las cosas y beber de todas las copas y luego romperlas.
Solías decirme que querías viajar, pero ¿Cómo y adonde? ¡Donde sea! ¡Da igual, en el Transiberiano o en un cohete espacial!
“Lo recuerdo, lo recuerdo, a menudo he pensado en ello desde entonces”
Un día, de pronto, emprendiste tu último viaje, el inesperado, del que no sabemos el día ni la hora. Desde entonces, no pasa un momento de mi vida en el que no me pregunte dónde y cómo estás.
Emprendiste tu último vuelo y con tu grandeza y generosidad me dejaste el regalo de tu mejor sonrisa como despedida.
He venido a Berlín, me gusta pasear bajo su cielo gris plomizo. Te busco entre las caras de la gente y no te encuentro. Intento descubrir un ángel entre los rostros desconocidos, sigo esperando.
Paz.

Primera edición de la Prosa del Transiberiano ilustrada por Sonia Delaunay


Ante el muro de Berlín


"Estoy acostado sobre una manta de viaje
Colorinche
Como mi vida
Y mi vida no me abriga más que esa manta
Escocesa
Y toda Europa entrevista por el parabrisas de un expreso a toda máquina

No es más rica que mi vida
Mi pobre vida
Esta manta
Deshilachada sobre cofres llenos de oro
Con los que viajo
Sueño
Fumo
y la única llama del universo
Es un pobre pensamiento..."

Blaise Cendrars