jueves, 7 de abril de 2011

Jaime, el niño perdido en el templo…





Paz,


Contestando a mi última entrada sobre la Basilica de Santa Maria in Trastevere me has recordado aquel verano cuando la visitamos juntos. Jaime desapareció un rato en la iglesia y no lo encontrábamos. Acabábamos de ver una estatua de San Antonio al que gente de todas las culturas y creencias confía peticiones escritas en papeletas. Le preguntaste dónde se había metido y no supo o no quiso contestarte. Para ti siempre fue un misterio y por supuesto ahora lo es más que nunca. Me he puesto a imaginar que, a lo mejor, entre todos esos papeles, hay uno que Jaime escribió, y en el que dejó plasmado un deseo, una preocupación, o una de sus ideas atrevidas e incluso irreverentes que hizo sonreír a San Antonio y al niño que lleva en sus brazos.


También me preguntas quien ha escrito esas frases sobre el amor de una madre por su hijo. Son del profeta Isaias. Aquí tienes el texto, un poco mas completo, para que puedas apreciarlo mejor. El profeta atribuye a Dios ese lenguaje tan poético, comprometido, apasionado y lleno de ternura. No hace falta que te lo comente. Saboréalo y déjale que te consuele porque, precisamente, para eso fue escrito. Para ilustrar este texto, cuelgo una imagen del pintor Hadbank.


Besos,


Maria Pilar


Así dice el Señor: «En el momento propicio te respondí, y en el día de *salvación te ayudé. Ahora te guardaré, y haré de ti un *pacto para el pueblo, para que restaures el país y repartas las propiedades asoladas; 9 para que digas a los cautivos: "¡Salgan!" , y a los que viven en tinieblas: "¡Están en libertad!" »Junto a los caminos pastarán y en todo cerro árido hallarán pastos. 10 No tendrán hambre ni sed, no los abatirá el sol ni el calor, porque los guiará quien les tiene compasión, y los conducirá junto a manantiales de agua. 11 Convertiré en caminos todas mis montañas, y construiré mis calzadas. 12 ¡Miren! Ellos vendrán de muy lejos; unos desde el norte, otros desde el oeste, y aun otros desde la región de Asuán.»[a] 13 Ustedes los cielos, ¡griten de alegría! Tierra, ¡regocíjate! Montañas, ¡prorrumpan en canciones! Porque el Señor consuela a su pueblo y tiene compasión de sus pobres. 14 Pero *Sión dijo: «El Señor me ha abandonado; el Señor se ha olvidado de mí.» 15 «¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho, y dejar de amar al hijo que ha dado a luz? Aun cuando ella lo olvidara, ¡yo no te olvidaré! 16 Grabada te llevo en las palmas de mis manos; tus muros siempre los tengo presentes. 17 Tus constructores[b] se apresuran; de ti se apartan tus destructores y los que te asolaron. 18 Alza tus ojos, y mira a tu alrededor; todos se reúnen y vienen hacia ti. Tan cierto como que yo vivo, —afirma el Señor—, a todos ellos los usarás como adorno, los lucirás en tu vestido de novia. 19 »Aunque te arrasaron y te dejaron en ruinas, y tu tierra quedó asolada, ahora serás demasiado pequeña para tus habitantes, y lejos quedarán los que te devoraban. 20 Los hijos que dabas por perdidos todavía te dirán al oído: "Este lugar es demasiado pequeño para mí; hazme lugar para poder vivir." 21 Y te pondrás a pensar: "¿Quién me engendró estos hijos? Yo no tenía hijos, era estéril, desterrada y rechazada; pero a éstos, ¿quién los ha criado? Me había quedado sola, pero éstos, ¿de dónde han salido?" »


Añadiré unas fotografías ilustrativas de aquella anécdota a la que te refieres. (Vicente)




Roma (04/07/2006)