Cierro los ojos y paseo contigo, cierro los ojos y hablo contigo.
Me acompañas por las calles atiborradas, entre la multitud, entre rostros anónimos. Ninguno me devuelve tu imagen.
Tiendas, tascucios y bares, repletas de un género que nada me dice; uno tras otro se suceden los días con la sutil evasión que propicia la megápolis con su prodigalidad, dispendio y derroche.
Diciembre 2006