jueves, 2 de septiembre de 2010

Cantares, Ezra Pound



“La crin de su caballo flotando.
Su cuerpo y alma en paz”
Ezra Pound

Corren mis lágrimas, cálidas, abrasadoras, caen de mis ojos, mientras se desvanece la congoja de mi corazón, ya veo a lo lejos todo lo que poseí y no tardaré en ser dueño de nuevo de todo lo que huyó de mí.
Mis palabras brotan y proceden de mi alma, son rectas y sinceras, ya conocí el temor y el espanto y la inclemencia ya no me aflige.

¿No es la calamidad para el injusto y el infortunio para los que obran iniquidad?
Job 31:3

El destino señalado para el hombre que estas líneas subscribe a buen seguro esté registrado en los astros, como debía estar el amargo y atroz tributo pagado a cambio de un poco de felicidad.


He intentado escribir el Paraíso.
No os mováis.
Dejad hablar al viento
ése es el Paraíso.
Que los dioses perdonen
lo que he hecho
Que aquellos que amo traten de perdonar
lo que he hecho.
Ezra Pound Cantar CXX

Anexaré una obra de Giotto por la que Jaime tenía gran predilección. No adivino con exactitud en donde estribaba tal preferencia, en cualquier caso resulta incuestionable su atractivo y magnificencia.
La siguiente es de Anselm Kiefer, que juntos contemplamos el verano de 2008 en la Tate Modern, Londres.


Encuentro en la Puerta de Oro, Giotto


Let a Thousand Flowers Bloom, Anselm Kiefer


Tate Modern, Agosto 2008

3 comentarios:

Vicente Dobato dijo...

El mundo es una rueda que discurre una y otra vez por las mismas fases, se vá el verano y tras él el invierno, y retornarán y volverán a pasar.
Nada de ello mutará mi ánimo, vienes conmigo y todo resplandece y fulge a la luz de tu evocación.
Berlín.

Maria Luisa dijo...

VICENTE, YA NO ME ACORDABA QUE ESTAIS TODOS EN BERLÍN. QUE TENGAIS BUEN VIAJE DE REGRESO Y HASTA EL FIN DE SEMANA. UN BESO
MARISA

Vicente Dobato dijo...

De nuevo Anselm Kiefer surge en mi vida; lo descubrí en Madrid en Caixa Forum, con Jaime. "Dionisio Aeropagita, el orden de los ángeles", era la obra en cuestión y que ya incluí en un post anterior.
Esta entrada también se ilustró con otra obra de él.
Y el otro día, sin esperarlo, me sumergí inesperadamente en una sala exclusiva, con cuatro de sus obras (Hamburger Bahnhof, Berlin). No me gusta el arte contemporáneo en general, siento cierta vergüenza cuando me veo deambulando por salas repletas de obras, seguramente, incomprensibles para las mentes más agudas del género humano. No es el caso de Kiefer, sus cuadros, siempre de gran formato, detentan una carga cosmológica, evidente en el primer vistazo y eso al parecer me gusta y me complace.