miércoles, 29 de junio de 2011

Metamorfosis

Durante los últimos días de su vida, Jaime fue progresivamente abandonando su naturaleza humana y desarrolló la que pronto iba a ser su siguiente identidad: la de un ángel. Fue haciéndose cada vez más ligero y etéreo y le fueron creciendo unas alas casi imperceptibles. Estas alas le permitieron ascender en su partida hacia el espacio sin dificultad.
Yo me daba cuenta de su metamorfosis aunque nunca lo interpreté como un signo de que su estancia en la tierra estaba tocando a su fin, creí que eran síntomas de la adolescencia. Pensé que sus silencios, su mutismo eventual significaban que estaba enamorado o que vivía una espiritualidad incipiente. Estaba equivocada, sin saberlo él preparaba su marcha.
La foto que adjunto es bonita aunque Jaime está con los ojos cerrados a medias, sin embargo en su cuerpo y en su rostro se aprecian su transformación angelical.
El video es "Seronda" de Nacho Vegas, un ángel fieramente humano.
Paz.

22/07/2009


viernes, 17 de junio de 2011

La Sagrada Pléyade

La Sagrada Pléyade
Frío y noche llenarían la tierra y el alma
se hundiría en la miseria,si los dioses
benignos no enviaran, de cuando en cuando,
a este mundo tales adolescentes para
rejuvenecer la vida de los humanos.

La muerte de Empédocles, Johann Christian Friedrich Hölderlin

Tu recuerdo pervive aureolado de la atmósfera poética, de ensueños, del arte y de la música.
Recrear y recordar para conocer y continuar viviendo en tu compañía es un ejercicio diario al que me he habituado con disciplina. La estela de tus escasos cinco mil días perdura indeleble en mi corazón.
¿Me restarán tantos?, cinco o diez mil, no muchos mas, quien sabe. Mis primeras entradas abundaban en esta incertidumbre.
¿Para cuando mi cita en Samarra?
El destino no tiene perdón ni para ti, ni para los demás; con su furia codiciosa arrasa con nuestras existencias. Los hados trazaron contigo el más extraño y extraordinario de los azares y ahora que nos ha sumido en esta infinita soledad, es difícil prever qué dirección tomará de nuevo la fatalidad con su corriente traidora y pérfida.
Allí donde hoy se agota la vida como un río seco, dejando ver el fangoso cauce, mañana puede correr de nuevo rica y abundante.
Me resta el consuelo de llegar hacia el final y poder parafrasear a Goethe:
"Aprendí a vivir; dilatad, oh, dioses, mi tiempo."
¡No me olvides hijo, que yo tampoco te olvidaré!


19/01/2008


20/01/2008

viernes, 3 de junio de 2011

El infierno

“El infierno es esto”, me dijo Paz hace unos días y puede que así sea.
¡Dios como duele!, y que no haya encontrado en todo este tiempo dolor equiparable al mío.
He visto en el fragor del mediodía la muerte cara a cara, la he visto reptando desde el otro lado, he conocido el horror absoluto y sin paliativos, y he conocido la mutilación y la locura. La cordura ha sido un tormento y anhelar la aniquilación un alivio.
No imagino ni conozco atrocidad de esta dimensión, saber de ella, tal vez, me sirviera como medicina y sedación. Pero no existe, lo sé con la certidumbre que me ha concedido el tiempo, cuya perspicacia siempre pondero.
Un día de agosto, un día aciago, acostado sobre una tierra aspera y egoísta, se resolvió mi existencia, vi la realidad y el espanto, el presente y el futuro, el pánico y la miseria, fundidos y desleídos en la atrocidad de un instante, en el abrazo inútil sobre el que rebosaba el tiempo, en la impasible mañana vívida como un sueño.
Supliqué piedad pero la Muerte no conoce piedad, clemencia ni justicia; es la Muerte.
Hay horas en la vida llenas hasta derramarse, mientras otras, son insignificantes, huecas e insubstanciales y se limitan a desvanecerse en el tiempo. Estas que yo refiero desbordan y rebasan todos los límites y márgenes comunes.
Lo que antecede es nada más que literatura, quien me frecuenta sabe bien que mi estado de ánimo no se corresponde con la desesperación y tristeza que aquí se traslucen, esta actitud concierne a mis horas más bajas, que gracias a Dios y a mi hijo que vela incansable por mi, son las menos.

“El infierno de los vivos no es algo por venir: hay uno, el que ya existe aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Hay dos maneras de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de dejar de verlo. La segunda es riesgosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y dejarle espacio.”
ITALO CALVINO, ‘Las ciudades invisibles’.

Adjunto, para ilustrar mi entrada la obra de, Hieronymus Bosch (El Bosco), El Jardín de la Delicias. La tabla de la derecha representa de modo magistral su particular modo de ver el infierno.