jueves, 29 de marzo de 2012

El asno de Buridan


Querido Jaime, de nuevo me dirijo a ti, en primer lugar porque eres con toda seguridad quien mejor comprenderá y valorará mis reflexiones y en segundo porque este espacio es más tuyo que de nadie y a ti y solo a ti se debe su existencia. Una burra inspiró mi anterior post, un asno infunde el de hoy,
Así pues, hoy, mis consideraciones van a la deriva y digo esto porque estas que entretienen mi tiempo conciernen a algo que habitualmente no me ocupa ni preocupa más allá de lo estrictamente preciso para no parecer un lunático entre mis congéneres. Es excepcional pues que me demore en asunto tan trivial cuando el tiempo discurre inexorable y el mío se contabiliza en días como el de los animales que alientan mis notas. No en vano, el mundo que conociste se desmorona y algo o alguien me impulsa a hablar, aunque sea de pasada de asunto tan singular.
Una vez más la historia se repite en su eterno ciclo y una vez más es la pérdida de valores éticos y morales de una civilización, la que le lleva e induce a su autodestrucción inexorable. La integridad, la honradez, la lealtad, la solidaridad, el valor, todas las virtudes y cualidades que debieran adornar a los hombres y que se han invocado como verdades irrefutables hoy no son más que atributos trasnochados, vestigios ridículos, de gentes de otras épocas.
España, o lo que de ella resta, se debate entre dos frentes, dos modos de concebir la existencia.
España transida de hambre y sed, como el asno de Buridan, se muere sin decidirse por la avena o por el agua mientras la vacua jerigonza de quien podría ayudar al asno en su decisión llena las mentes enajenadas de mis conciudadanos.
Amigo como soy de citas, esta de un americano, dibuja y parodia a la perfección el carácter de nuestro solar patrio:
– En España vivimos del estómago y de los riñones, o de la cabeza y del corazón; entre el místico Don Quijote y Sancho, el sensual, no hay término medio.
La avena o el agua, Don Quijote o Sancho, la izquierda o la derecha, patronal o sindicatos. Y España, entre tanto, agoniza al igual que sus "socios comunitarios", encabezados por unos dirigentes entregados a una verborrea hipnótica y obsesiva que no consigue sino dilatar el fatal desenlace.
Hoy es el gran aquelarre. La gran fiesta tiene que recordarse en los anales de la historia. Por decisión unánime la Semana Santa empieza hoy; procesiones invocando ignotas deidades que propicien un maná que ya no se derrama con la habitual copiosidad se prodigan por pueblos y ciudades; imprecaciones contra las oscuras fuerzas que en su avaricia nos privan de lo esencial y mínimo para nuestras precarias subsistencias se elevan en griterío unánime. Es la apoteosis previa al final anunciado y mis paisanos bien nutridos y satisfechos, plenos de regocijo preparan las largas vacaciones que este año y gracias a Dios y a la huelga serán más dilatadas y variadas. Cuando regresen tras quince días de bien ganado descanso y reposo ya se retomarán estos asuntos, hoy es fiesta y mañana y al otro también, y con torería aunque digan que no les gusta….
– Cuando Belmonte se volvió de espaldas al toro y echó a andar arrastrando la muleta roja por la arena, lo sentí..... un reto fanfarrón en medio de una letanía a la muerte todopoderosa. Eso es España.
Igual te he aburrido, hijo, con tan intrincada materia, pero mientras te miras el asunto del asno y lees o relees algo de Dos Passos, te aseguro que disipas rápidamente el tedio al que posiblemente te he sometido.
Un beso.


viernes, 9 de marzo de 2012

La burra de Balaam


Querido Jaime, voy a referirte una historia que seguro te gustará, es delirante e incomprensible. Surrealista y fabulosa por utilizar términos más sugerentes.

Números 22:21
Se levantó Balaam de madrugada, aparejó su asna y se fue con los jefes de Moab.

Cuando iba, se encendió la ira de Yahveh y el Ángel de Yahveh se puso en el camino para estorbarle. El montaba la burra y sus dos muchachos iban con él.
La burra vio al Ángel de Yahveh plantado en el camino, la espada desenvainada en la mano. La burra se apartó del camino y se fue a campo traviesa. Balaam pegó a la burra para hacerla volver al camino.
Pero el Ángel de Yahveh se puso en un sendero entre las viñas, con una pared a un lado y otra a otro.
Al ver la burra al Ángel de Yahveh, se arrimó a la pared y raspó el pie de Balaam contra la pared. El le pegó otra vez.
Volvió el Ángel de Yahveh a cambiar de sitio, y se puso en un paso estrecho, donde no había espacio para apartarse ni a la derecha ni a la izquierda.
Vio la burra al Ángel de Yahveh y se echó con Balaam encima. Balaam se enfureció y pegó a la burra con un palo.
Entonces Yahveh abrió la boca de la burra, que dijo a Balaam: "¿qué te he hecho yo para que me pegues con ésta ya tres veces?"
Respondió Balaam a la burra: "Porque te has burlado de mí. Ojalá tuviera una espada en la mano; ahora mismo te mataba."
Respondió la burra a Balaam: "¿No soy yo tu burra, y me has montado desde siempre hasta el día de hoy? ¿Acaso acostumbro a portarme así contigo?" Respondió él: "No."
Entonces abrió Yahveh los ojos de Balaam, que vio al Ángel de Yahveh, de pie en el camino, la espada desenvainada en la mano; y se inclinó y postró rostro en tierra.
El Ángel de Yahveh le dijo; "¿Por qué has pegado a tu burra con ésta ya tres veces? He sido yo el que he salido a cerrarte el paso, porque delante de mí se tuerce el camino.
La burra me ha visto y se ha apartado de mí tres veces. Gracias a que se ha desviado, porque si no, para ahora te habría matado y a ella la habría dejado con vida."


Tú también urdiste una historia de una burra, tal vez más apasionante que esta misma que acabo de referir, tu burra convivía con nosotros y desde luego hablaba. Era caprichosa y voluble y creo recordar con gustos extraordinarios en asuntos alimenticios, era exigente en sus atenciones que no se podían descuidar bajo ningún concepto y disponía de algunas dependencias de nuestra vivienda a su total antojo. 
Llegó a nosotros por inconfesables razones y motivos y fuiste tú el que, sin dar alternativa, decidió su adopción. Prodigaste cuidados, elogios y favores a tan extraordinario animal, merecidamente a mi entender, pues al igual que la burra de Balaam poseía el don de la palabra, y esto, no deja de ser un prodigio, si no sobrenatural, si al menos rayando los límites de lo portentoso y fenomenal.
La indudable superioridad de tu estructura mental nos forzaba a imaginar la burra deambulando de aquí para allá requiriendo nuestra atención en un ejercicio rayano en la enajenación y la demencia. Tu madre, con toda seguridad, alumbrará algún episodio más que completará tan interesante y divertida historia.
Mientras refiero estos disparates me pregunto, si tal vez ya conocías la historia de la burra de Balaam y recreaste para nosotros ese divertimento, o si conocías al Ángel, o si tú mismo eras ese Ángel que jugaba con nuestras escasas y justas entendederas; quien sabe si por orden de Yahveh o bien al contrario desobedeciendo y obviando su autoridad y la de sus potestades para que hoy, yo pueda distraerme hilvanando estas letras.
He probado a encontrar una interpretación, la inducción de una parábola, una metáfora o un mito, para la historia de Balaam, pero no he hallado análisis que me satisfaga.

El profeta Balaam y su burra, Rembrandt


Hasta su abuelo, Francisco de Goya