Como ya hice en las dos pasadas ediciones del Concurso de Violoncello transcribiré las palabras de María Pilar Benavente en el acto inaugural y que en esta ocasión nos leyó su hermana Blanca. Como siempre reiteraré mi confianza en este soporte que hoy se nos hace imprescindible para su conservación, perduración y difusión. Como cada vez pondero y encomio su fondo, su forma y su carga y mensaje.
Vi la película a la que se refiere meses atrás, y registré un pasaje de la misma como el más memorable y entrañable de la misma: una cena de la congregación en la que de modo extraordinario y especial se sirve vino. Si Zurbarán plasmó el éxtasis de San Hugo y sus monjes de modo inolvidable, el director de "De dioses y hombres" ha logrado en estos fotogramas fundir la dramática atmósfera y el sobrio refectorio con la felicidad innegable producida por el vino al contacto con los labios de los monjes.
La película “De dioses y hombres” (Xavier Beauvois, 2010) ofrece un retrato conmovedor del grupo de monjes
trapenses de Tibhirine que murieron asesinados, en 1996. Durante los años que
viví en Argelia tuve el privilegio de conocerlos y de encontrarlos en
diferentes ocasiones.
Un día, en Argel, coincidí en una reunión con Dom
Christian de Chergé, prior de Tibhirine. Fue en esa ocasión cuando le oí hablar
de “Los hermanos de la montaña” y “Los hermanos del llano” refiriéndose a los
grupos islamistas y al ejército, protagonistas,
en aquellos años 90, de un periodo de tremenda violencia en el país.
Esa manera de expresarse me impactó. Para mi era
como si Christian estuviera interpretado en la vida real el hermoso poema de
Rubén Darío (1867 -1916), "Los motivos del lobo", en el que Francisco de Asís se dirige al temido
animal llamándole “Hermano lobo”.
Con su manera intencional y coherente de nombrar
diferentemente una realidad bien conocida, Christian rompía mis moldes y sacudía mi confort mental.
Fue la última vez que le vi. Unos meses mas tarde
moría asesinado junto con seis de sus compañeros. Y, precisamente, por el final
que tuvieron, aquello de “Los hermanos de la montaña” y “Los hermanos
del llano” me viene a menudo a la mente y me sigue interrogando.
A veces, y especialmente en los momentos de cambio
profundo, de desequilibrio social, surgen personas y grupos que leen, interpretan
y nombran el presente de manera inédita, inesperada. Con su visión y sus vidas,
proponen criterios de pensamiento y de acción mas adaptados a la situación, y
trazan los esbozos de una manera más inclusiva y justa de convivir. Desafían la
manera comúnmente aceptada de vivir, de pensar, de funcionar.
Un momento de cambio, de desequilibrio profundo, es
lo que vivimos no solamente en nuestro país sino también a nivel planetario. Hay
quien, en lugar de hablar de momento de cambio, prefiere hablar de emergencia
de un nuevo paradigma y, personalmente, creo que de eso se trata. Vemos, por
ejemplo, cómo las diferentes disciplinas (ciencias, filosofía, espiritualidad,
etc) se alejan cada vez más de esa actitud de autosuficiencia que les
caracterizó durante decenios, y adoptan posiciones más abiertas, reconociéndose
dependientes las unas de las otras. La vida misma se está encargando de poner
de manifiesto esta ineludible interdependencia entre el ser humano y el cosmos, entre las
culturas, las naciones, las religiones, entre lo percibido y lo mucho que
escapa a nuestra percepción, entre lo que sabemos y lo que no sabemos que no
sabemos… Por eso, necesitamos personas y grupos que nos estimulen y provoquen a
revisitar nuestras creencias y valores, nuestra percepción de la realidad y la
manera de responder como personas y como colectivos.
Algo así estaba haciendo Christian de Chergé cuando
decidió dar nombres inéditos a aquella realidad tenebrosa que nos atenazaba en
Argelia. Esos nombres nuevos, nombres a contracorriente, creaban una grieta que
abría a análisis, visiones y planteamientos diferentes.
Dar un nombre nuevo es un acto de creación. El
arte, por su carácter eminentemente simbólico, no puede quedarse fuera de esta
tarea, bien al contrario, tiene el potencial para ocupar un puesto de liderazgo
en este cometido. El arte lleva en sí una capacidad única, portentosa de
inspirar, sugerir, abrir, proponer. El arte no es solamente técnica y estética.
Es también fermento de transformación.
Esta tarde inauguramos la tercera edición del
Concurso de Jóvenes Promesas del Violoncelo "Jaime Dobato Benavente". Durante este fin de semana vamos a respirar
música, interpretación, belleza… Hemos esperado con impaciencia que Septiembre
llegase para poder encontrarnos juntos, aquí, una vez más.
Queridos participantes, estamos llenos de ilusión
por vosotros y vuestro futuro. Nuestro deseo es que este Concurso contribuya eficazmente
al desarrollo de vuestras capacidades y aspiraciones artísticas. Y no olvidéis
que necesitamos artistas que participen a la creación de un mundo mas justo y
habitable para todos.
- ¿Conocéis a Leonard Cohen? -
- Vuestros padres seguro
que le conocen.-
- Compuso una canción titulada “Anthem” -
El estribillo habla
también de grietas:
Toca las campanas que aún pueden sonar
Olvida tu oferta perfecta
Hay una grieta en todo
Así es como entra la luz
Hace 3 años, un acontecimiento terriblemente doloroso, la
muerte de Jaime Dobato Benavente, abría una grieta que nunca podrá cerrarse en
su familia y la gente que le quería tanto. Por esa grieta, como dice Leonard
Cohen, entra una luz. Este Concurso es es un rayo de esa luz.
Gracias y que pasemos juntos un excelente fin de semana.
María Pilar
Benavente Serrano
( leído por
Blanca Benavente Serrano)
Alcañiz, 21 septiembre 2012
De dioses y hombres (Trailer)
Y el enlace de la Última Cena, que he referido en la introducción con música de Piotr Ilich Chaikovski, "El lago de los cisnes".
Leonard Cohen, Anthem