martes, 16 de agosto de 2011

National Gallery



Postula Heráclito, con mayor o menor fortuna, algo parecido a lo que a continuación refiero:
"Ningún hombre puede bañarse dos veces en el mismo río",
para razonar seguidamente:
"porque ni será el mismo hombre ni el mismo río".
Del mismo modo, porfiar e insistir no me devolverá a esa populosa calle londinense para departir de nuevo con Jaime, sobre cual va a ser nuestro próximo destino. Ambos queríamos ir o tal vez volver -ya no recuerdo- a la National Gallery, conseguimos lo primero pero no logramos lo segundo. Aun con todo y con ello no quedamos satisfechos.
Corría, a la sazón, el mes de agosto de 2008, y convinimos, con la perentoriedad que lo caracterizaba, que era imprescindible regresar y realizar una visita con la calma y sosiego que el asunto demandaba.
Tres años después, no he vuelto, ni posiblemente lo haga jamás.
Ahora tengo en mis manos un completo atlas digital con las mejores obras de tan prestigiosa pinacoteca, y no puedo por menos que recordar aquella jornada….., El Matrimonio Arnolfini, Los Embajadores, Durero, Van der Weyden, Vermeer, La Virgen de las Rocas, Ucello....todos al alcance de la vista y de la mano.
No puedo disociar una obra pictórica de su memoria, bien sea en un sentido o en su contrario, o el arte me lleva a su recuerdo o su esencia me induce a rememorar una determinada creación.
La pintura de siempre y Jaime van inequívocamente unidos en mis evocaciones y con ellas sus juicios y particulares criterios. ¿Por que Vermeer y Caravaggio se anteponen a Rafael y a Miguel Ángel, o Goya a Turner, o Rousseau a Monet?.
¿Cuestión de gustos? -no lo creo- me inclino a creer, más bien, que una cualidad que le era innata, le inducía a clasificar a los artistas por su verdadera e irrefutable categoría.
Ilustraré mis reflexiones con dos obras, que contemplamos en aquella ocasión, Él me arrastró, plano en mano, por pasillos y galerías, a la una y la otra como un tornado acarrea un árbol desarraigado.


Los Embajadores, Hans Holbein el Joven


El Matrimonio Arnolfini, Jan van Eyck

2 comentarios:

Silvia dijo...

Siempre me ha gustado esa frase de Heráclito. Desde luego ese río de gente que se ve en la foto no volverá a ser nunca el mismo.
Sin embargo nos gusta regresar a aquellos lugares que nos son queridos. A menudo para decepcionarnos. Ubi sunt?
Porque donde podemos revisitar aquello que amamos es en nuestro corazón. Y eso con suerte.
A la National Gallery se puede ir (o volver). Claro que lo del catálogo digital es genial.
Piluca

Paz Benavente dijo...

A propósito del cuadro " El matrimonio Arnolfini" quiero contar dos anécdotas relacionadas con él.
La primera fue en la cafetería Guadalope. Jaime tenía 5 años y en aquel momento su juego favorito era adivinar el autor de las obras de arte que los mayores le preguntásemos. Andaba quejoso porque todo el mundo le interrogaba sobre los mismos cuadros : de Velázquez o Goya principalmente, y los más entendidos  le preguntaban quien pintó " Los girasoles " ( Van Gogh ) o " El beso " ( Klimt ) en el mejor de los casos. En ese momento apareció mi compañero de Iniciativas, J.L. Ponz, y yo le dije: "anda, pregúntale a Jaime por un cuadro pero que sea bien dificil porque si no se mosquea ".... y tras mucho discurrir le dijo: " ¿ Quien pintó el matrimo....? "  sin darle tiempo a acabar la frase, mi hijo contestó " VAN EYCK, pregúntame otro !!!" Por más que lo intentó no consiguió pillarlo en un renuncio. Mi amigo quedó totalmente impactado por los conocimientos de arte del niño a tan temprana edad.
La segunda anécdota aconteció en la National Gallery. Cuando entramos en la sala dónde se encontraba dicho cuadro yo me quedé extrañada porque era mucho más pequeño de lo que había imaginado, y al comentárselo a Jaime me dijo que él ya sabía perfectamente las medidas de muchas de las obras que contemplábamos porque las había estudiado antes.
Cuento todo esto porque nos da una idea de la curiosidad y el amor por el arte tan extraordinarios que Jaime sentía desde su más tierna infancia.
Un fuerte abrazo.