viernes, 6 de noviembre de 2009

Job 6.1

¿De que modo se puede cuantificar el dolor?, ¿Qué baremo podría servir para valorarlo?, ¿Cuál sería el modo de acotarlo, medirlo, pesarlo..?, ¿Tal vez, el volumen de lágrimas vertidas?, o mejor el volumen de lágrimas vertidas en un determinado intervalo de tiempo; porque no es lo mismo un litro por minuto cada día que un litro a lo largo de cada día; la intensidad del primer caso debería ponderarse de diferente modo que el segundo aún produciendo la misma cantidad de líquido…. Vienen a cuento estos disparates, en mi afán por medir lo inconmensurable, poner plazos, establecer tiempos, para este dolor que me desgarra, en oleadas, maremotos, tsunamis. A días de aparente relajación le suceden indefectiblemente otros que son doblemente hirientes, como si hubiera faltado a una obligación impuesta.
Así hasta hoy, tres meses después. Me agota esta incertidumbre, me produce hastío y cansancio.

¡Como quisiera que mi angustia se pesara y se pusiera en la balanza, junto con mi desgracia!
¡De seguro pesarían más que la arena de los mares!
¡Por algo mis palabras son tan impetuosas!
Las saetas del Todopoderoso me han herido y mi espíritu absorbe su veneno.
¡Dios ha enviado sus terrores contra mí!
(Job 6.1)


Yo no sé contra quien o contra que debo dirigir mi diatriba; si acaso contra mi mismo, porque no me estoy comportando como hubiera cabido esperar.
Ni yo era tan fuerte, ni Paz y Ana eran tan débiles, antes bien ha sido al contrario, Nadie se tenga por imbatible hasta no haber probado la correspondiente dosis de “veneno del Todopoderoso”. No valen extrapolaciones, del tipo, la muerte del padre o la del hermano; no sirven, estas constituyen hechos intrascendentes en una trayectoria vital.
Lo del hijo no tiene parangón alguno; la identificación y simpatía con el que vive con la misma rémora es inmediata, te reconoces y te reflejas en sus rostros; viéndolos, te ves.
El resultado final es abominable, pero aquí seguimos, como nos ha correspondido. Los precarios restos del atávico instinto animal que todavía nos impelen a seguir, nos sacarán adelante o al menos eso espero.

5 comentarios:

José Carlos dijo...

Hola!. Soy José Carlos Albesa Benavente. He descubierto de casualidad vuestro blog y he estado echándole un vistazo. Todo es entrañable y emotivo. La enorme fuerza interior y entereza que demostráis toda la familia es digna de elogio.

Ojalá mis palabras sirvan para mitigar algo vuestro sufrimiento y así, compartiéndolo entre todos, sea la pena más llevadera y ligera.

Yo considero que a Jaime hay que decirle, hasta luego!, o hasta el
reencuentro!, y, aunque duela la separación física, consuela pensar
que eso es algo transitorio y temporal. Así lo veo yo.

Muchas veces le abrí a Jaime la puerta de mi casa. Siempre me llamó la atención, su inquietud intelectual, su espíritu de superación y la expresión de su rostro que reflejaba su portentosa inteligencia. Yo nunca ví tantas cualidades, dones y virtudes aunadas en una persona tan joven. Tenía la chispa, la gracia y la originalidad que identifica y define a los seres geniales. Hasta de su mirada que era muy especial, parecía salir un fluido mágico que llenaba de encanto su figura.

El paso del tiempo y la madurez con que afrontáis esta adversidad
curará algún día vuestras heridas.Estoy totalmente convencido y seguro, que un día vuestro dolor se transformará en orgullo y alegría, por haber tenido un hijo y un hermano tan excepcional.

Seguiré visitando vuestro blog.

Un abrazo para todos y mucho ánimo!.

José Carlos

Vicente Dobato dijo...

Gracias José Carlos por tus palabras y comentarios; la descripción que haces de la personalidad de Jaime, tal vez, sea de las mas acertadas que he recogido ultimamente, muchas gracias por tu aportación que tanto bien nos hace y nos conforta.

Anónimo dijo...

Llevo casi 23 meses errando por esta mi vida, pues perdí mi camino el día en que murió mi hijo.
Voy dando palos de ciego, un día aquí otro allí, esperando encontrar la razón por la que debo seguir luchando. Luchando, ¿por qué?, ¿por quien?, ¿contra quien?.
Cuando estoy enfadada, ¿a quien debo dirigir mi ira?.
Creo que seguir viviendo con dignidad, tras la muerte de un hijo, es la prueba de amor más grande que se nos puede pedir, pues lo más sencillo sería dejarse llevar por la desesperación.
Un beso muy fuerte.
Montse

José Carlos dijo...

Gracias a todos vosotros, Vicente. Me alegro mucho que os ayuden los
comentarios que van saliendo. Esa es nuestra mejor recompensa y la
mayor satisfacción.

Jaime conquistó el corazón de muchos, entre ellos el mío, y era
difícil sustraerse al poder de atracción que tenía su fascinante y noble personalidad. Es curioso pero hay personas que tienen ese don, es como si fueran focos que irradian luz y fuerza a los demás. Ahora sigue siendo así, por eso aunque no veamos a Jaime, sí que lo podemos sentir en esa dimensión espiritual o metafísica.

He leido el interesante comentario de Paz sobre el sentido del humor
de Jaime. Es precioso y además enormemente valioso. Digo esto porqueen esta vida el amor y el humor marchan inseparablemente unidos. El sentido del humor pienso que es una modalidad de ese amor profundo que mueve el universo y se halla en la misma raíz de la existencia humana.

El sentido del humor además, pienso que nos ayuda a conseguir un mayor equilibrio psíquico y emocional y es también una de las mejores armas para vencer las dificultades y hacer frente a los contratiempos y reveses del destino.

Gracias de nuevo a vosotros, Vicente, por hacernos sentir tan a gusto en este blog.

Un abrazo para todos.

José Carlos.

Paz Benavente dijo...

Montse, tu comentario me ha dejado desolada, yo tambien Tengo la sensación de que todo mi proyecto vital se ha ido al garete,siento que un terremoto ha destruído el edificio que llevo años construyendo y que los que hemos sobrevivido estamos luchando entre los escombros con el agua al cuello, pero aún así, tú sabes muy bien porqué y por quien tenemos que seguir luchando, aunque a veces nos fallen las fuerzas: por nuestros hijos, maridos y demás personas que nos quieren y el resto de la humanidad por quienes podemos hacer mucho.... Proyéctate en los demás, dáles tu alegría y tu canción , como le dice Goytisolo a su hija Julia , que está en el post que le dediqué a Ana. Mucho ánimo y mucha fuerza y si nos necesitas para algo, ya sabes que somos hermanos en el mismo dolor.