"Ha llegado al cementerio trapense la primavera,
al cementerio verde de hierba recién rozada
con sus cruces de hierro en hilera como una siembra,
donde el cardenal llama a su amada y la amada
responde a llamada de su rojo enamorado.
Donde el reyezuelo recoge ramitas para su nido
y se oye el rumor del tractor amarillo
al otro lado de la carretera, rozando el potrero.
Ahora vosotros sois fósforo, nitrógeno y potasa.
Y con la lluvia de anoche, que desentierra raíces
y abre los retoños, alimentáis las plantas
como comíais las plantas que antes fueron hombres
y antes plantas y antes fósforo, nitrógeno y potasa.
Pero cuando el cosmos vuelva al hidrógeno original
-Porque hidrógeno somos y en hidrógeno nos hemos de convertir-
no resucitaréis solos, como fuisteis enterrados,
sino que en vuestro cuerpo resucitará toda la tierra:
la lluvia de anoche, y el nido del reyezuelo,
la vaca Holstein, blanca y negra, en la colina,
el amor del cardenal, y el tractor de mayo."
Ernesto Cardenal
Te pienso a todas horas. Rememoro tu sonrisa, tu voz, tu alegría que iluminaba mi existencia.
A veces vienes a visitarme en sueños, yo siempre estoy esperándote. Te presentas ante mí como una compañía sutil, casi imperceptible. Invariablemente amable, cariñoso, dulce….
En la vigilia te imagino a mi lado, acaricio tu pelo, beso tu boca, estrecho tus manos, te aprieto contra mi pecho. Puedo sentir tu calor aunque mi corazón esté roto en mil pedazos.
Te percibo en la naturaleza, contemplo el paisaje, escucho los pájaros cantar y siento que hay “algo” más en ese paisaje, que no es montaña, ni árbol, ni pájaro y no se ve.
Pero “cuando el cosmos vuelva al hidrógeno original, porque hidrógeno somos y en hidrógeno nos hemos de convertir”, espero reunirme contigo para siempre y no separarnos nunca más.
al cementerio verde de hierba recién rozada
con sus cruces de hierro en hilera como una siembra,
donde el cardenal llama a su amada y la amada
responde a llamada de su rojo enamorado.
Donde el reyezuelo recoge ramitas para su nido
y se oye el rumor del tractor amarillo
al otro lado de la carretera, rozando el potrero.
Ahora vosotros sois fósforo, nitrógeno y potasa.
Y con la lluvia de anoche, que desentierra raíces
y abre los retoños, alimentáis las plantas
como comíais las plantas que antes fueron hombres
y antes plantas y antes fósforo, nitrógeno y potasa.
Pero cuando el cosmos vuelva al hidrógeno original
-Porque hidrógeno somos y en hidrógeno nos hemos de convertir-
no resucitaréis solos, como fuisteis enterrados,
sino que en vuestro cuerpo resucitará toda la tierra:
la lluvia de anoche, y el nido del reyezuelo,
la vaca Holstein, blanca y negra, en la colina,
el amor del cardenal, y el tractor de mayo."
Ernesto Cardenal
Te pienso a todas horas. Rememoro tu sonrisa, tu voz, tu alegría que iluminaba mi existencia.
A veces vienes a visitarme en sueños, yo siempre estoy esperándote. Te presentas ante mí como una compañía sutil, casi imperceptible. Invariablemente amable, cariñoso, dulce….
En la vigilia te imagino a mi lado, acaricio tu pelo, beso tu boca, estrecho tus manos, te aprieto contra mi pecho. Puedo sentir tu calor aunque mi corazón esté roto en mil pedazos.
Te percibo en la naturaleza, contemplo el paisaje, escucho los pájaros cantar y siento que hay “algo” más en ese paisaje, que no es montaña, ni árbol, ni pájaro y no se ve.
Pero “cuando el cosmos vuelva al hidrógeno original, porque hidrógeno somos y en hidrógeno nos hemos de convertir”, espero reunirme contigo para siempre y no separarnos nunca más.
Paz
"No sé quién es el que está en la nieve.
Sólo se ve en la nieve su hábito blanco,
y al principio yo no había visto a nadie:
sólo la pura blancura de nieve con sol.
El novicio en la nieve apenas se ve.
y siento que hay Algo más en esta nieve
que no es ni novicio ni nieve y no se ve."
Ernesto Cardenal
"No sé quién es el que está en la nieve.
Sólo se ve en la nieve su hábito blanco,
y al principio yo no había visto a nadie:
sólo la pura blancura de nieve con sol.
El novicio en la nieve apenas se ve.
y siento que hay Algo más en esta nieve
que no es ni novicio ni nieve y no se ve."
Ernesto Cardenal
Mi obsesiva afición estética por el minimalismo monacal, me induce a ilustrar esta entrada con una de mis obras favoritas de la pintura universal. Se trata de “ San Hugo en el Refectorio” de Zurbarán, que se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Sevilla y que para mí es visita obligada cada vez que viajo a dicha ciudad. Jaime conocía sobradamente esta predilección, fueron infinitas las veces que le conté mi reacción la primera vez que vi esta obra, la emoción que sentí fue tan intensa que no podía dejar de llorar. El increíble milagro de los monjes cartujos que representa dicha obra, sin embargo, nos hacía sonreír con divertido escepticismo.
San Hugo en el Refectorio, Francisco de Zurbarán
Tarazona, Barrio Judío. (Julio 2009)
3 comentarios:
Resumo a continuación la motivación y circunstancias de la obra de Zurbarán. Su poder sugestivo se acentua cuando se conoce la trama que inspiró y animó a su creador.
Un día, San Hugo, visitó a los monjes y para comer, les pidió carne. Los monjes perplejos debatían sobre esta cuestión, mientras cayeron en un sueño extático. Cuarenta y cinco días más tarde, San Hugo, les hizo saber, por medio de un mensajero, que iba a ir a visitarles. Cuando éste regresó le dijo que los cartujos estaban sentados a la mesa comiendo carne.
¡Y estaban en plena Cuaresma!.
San Hugo llegó al monasterio y pudo comprobar, por sí mismo, la infracción cometida. Los monjes se despertaron del sueño en que habían caído y San Hugo les preguntó si eran conscientes de la fecha en la que estaban.
Ignorantes de los cuarenta y cinco días transcurridos hablaron de la discusión mantenida acerca del asunto durante su visita. San Hugo, incrédulo, miró los platos y vio cómo la carne se convertía en ceniza.
Paz, Vicente y Ana
Estos dias en nuestra casa de Roma hemos preparado un panel con fotografias de las personas queridas que se nos han ido,para recordarlas y tenerlas entre nosotras. Alli està Jaime, naturalmente. Es una foto bastante reciente en la que se le ve adolescente, guapo, pensando, creciendo. Os recordamos y estamos muy cerca de vosotros.
Maria Pilar benavente
Tal vez dentro de cien años todo se haya olvidado, puede que mi dolor, el dolor por excelencia, se haya diluido "como lágrimas en la lluvia".
Quiera Dios que me equivoque y perdure por toda la eternidad.
Publicar un comentario