Hoy hace 54 años que nací, el año pasado en esta mima fecha estuvimos en Teruel; Paz, Jaime y yo. Como venía siendo habitual Jaime nos preparó un programa de visitas agotador, nada escapó del habitual circuito turístico: Museo de Teruel, Torre del Salvador, Mausoleo de los Amantes, Torre de San Martín, la Techumbre de la Catedral, etc. etc.; hoy no está con nosotros, pero no me embarga la tristeza como cabría esperar.
He ido a dar un paseo a caballo con Raúl, como habitualmente venimos haciendo desde siempre; el día es desapacible, pero nunca nos ha arredrado la adversidad meteorológica, el recuerdo de Jaime es inevitable y la conversación gira en algún momento sobre alguna anécdota, con él como protagonista, o una mención a propósito de su relación con los animales. Hoy no me ha resultado doloroso, he podido constatar un cambio de mi actitud.
En otro momento del paseo, en este caso galopando en un tramo donde solemos hacerlo regularmente, he recordado su cara, la expresión de felicidad que emanaba cuando avanzábamos por aquel camino. Ana lo recordará perfectamente, porque nosotros que ya sabíamos del cambio que se operaba en sus rasgos lo mirábamos de tanto en tanto y nos reíamos de verdad. Pues bien, lo que hasta ahora era razón suficiente para llorar desconsoladamente, hoy no lo ha sido, al contrario ese recuerdo me ha colmado de íntima felicidad.
Ayer mi post giraba en torno al desconsuelo más absoluto y hoy intuyo una tenue luminosidad en cada uno de mis actos, con su recuerdo fresco, alegre y sin añorar lo que ya no puede ser.
Me cabe la duda de que ocurrirá mañana. ¿será un día aciago y triste?, ¿la resaca del tsunami?, ¿la marea baja?, ¿o tal vez perdure este estado de cosas definitivamente?, en cualquier caso el día de hoy discurre de un modo novedoso. En algún momento me he sentido plenamente feliz evocando su rostro, su voz, su conversación; no la he añorado, sencillamente me he visto a mi mismo solo con su memoria y he entrevisto un resquicio de paz espiritual; pero con él, sin obviar su recuerdo, sin distracciones ni entretenimientos.
Gracias a todos por vuestros comentarios; gracias de verdad, tomad conciencia del bien que nos hacen; no sentirse solos en este trance es, tal vez, lo mejor que nos ha acontecido.
He ido a dar un paseo a caballo con Raúl, como habitualmente venimos haciendo desde siempre; el día es desapacible, pero nunca nos ha arredrado la adversidad meteorológica, el recuerdo de Jaime es inevitable y la conversación gira en algún momento sobre alguna anécdota, con él como protagonista, o una mención a propósito de su relación con los animales. Hoy no me ha resultado doloroso, he podido constatar un cambio de mi actitud.
En otro momento del paseo, en este caso galopando en un tramo donde solemos hacerlo regularmente, he recordado su cara, la expresión de felicidad que emanaba cuando avanzábamos por aquel camino. Ana lo recordará perfectamente, porque nosotros que ya sabíamos del cambio que se operaba en sus rasgos lo mirábamos de tanto en tanto y nos reíamos de verdad. Pues bien, lo que hasta ahora era razón suficiente para llorar desconsoladamente, hoy no lo ha sido, al contrario ese recuerdo me ha colmado de íntima felicidad.
Ayer mi post giraba en torno al desconsuelo más absoluto y hoy intuyo una tenue luminosidad en cada uno de mis actos, con su recuerdo fresco, alegre y sin añorar lo que ya no puede ser.
Me cabe la duda de que ocurrirá mañana. ¿será un día aciago y triste?, ¿la resaca del tsunami?, ¿la marea baja?, ¿o tal vez perdure este estado de cosas definitivamente?, en cualquier caso el día de hoy discurre de un modo novedoso. En algún momento me he sentido plenamente feliz evocando su rostro, su voz, su conversación; no la he añorado, sencillamente me he visto a mi mismo solo con su memoria y he entrevisto un resquicio de paz espiritual; pero con él, sin obviar su recuerdo, sin distracciones ni entretenimientos.
Gracias a todos por vuestros comentarios; gracias de verdad, tomad conciencia del bien que nos hacen; no sentirse solos en este trance es, tal vez, lo mejor que nos ha acontecido.
Esta canción nos gustaba a los dos y la "berreábamos" alguna vez en el coche. Pertenece a la B.S.O. de Frida, dirigida por Julie Taylor y con Salma Hayek en el papel protagonista.
De 09.03.15 |
2 comentarios:
Hola Paz y Vicente.
Desde que supe de vuestro blog raro es el dia que no entro en el para saber como estais y conocer cosas de Jaime.
La entrada de ayer me dejo afligida y sin palabras ante tanto desconsuelo, por eso nos reconforta leer que el dia de hoy te ha resultado Vicente, calido y apacible.
Quiero que sepais que estamos con vosotros.
Un beso grande. Julian y Elena
Me alegro mucho que esos ánimos estén algo más altos!.
Es bueno expresar las propias emociones y sentimientos en situaciones así, por eso, no los paréis. También pienso que los altibajos forman parte del camino a recorrer, pero todo está en no alimentar esos estados de desánimo, ni dejarse arrastrar por ellos. Se que es muy difícil, lo sé, pero siempre se puede.
La felicidad humana muchas veces consiste más en una disposición de
la propia mente, que en un depender de la condición de la
circunstancias que nos rodean.
El arte, del que tanto sabéis, es un buen refugio y herramienta para
nutrirse de fuerza. Y sobre todo la ¡belleza!, esa belleza que nos
transmite la música a nuestro interior, y nos trae la paz, el orden, la serenidad, la armonia, el sosiego y que juega un papel tan importante en nuestra inteligencia emocional.
Jaime dió mucho a la vida, y por eso pienso que la vida, algún día, os tendrá que traer muchas otras compensaciones de felicidad.
José Carlos.
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